Más tonterías que un mueble bar. Esta frase icónica definía en tiempos del imprescindible mueble de salón, los comportamientos de aquellos que se aferran al postureo, aparentar, figurar y a la vez, faltos de posibles, tiesos o medio tiesos. Lamentablemente, este género no desapareció con la obsolescencia del mobiliario de testero de pared, si bien, manteniendo todas las características definitorias del pamplineo, se ha reconvertido y buscado un hueco en la política para poder sufragar con dinero público aquellas ensoñaciones y veleidades de quien se cree merecedor de hacer realidad sus endémicas frustraciones o de quien, en un exceso de ego, se atribuye cualidades de las que adolece.
Sin rubor ni sentido del ridículo, lo mismo se disfraza de voluntario de Protección Civil que de imaginario Policía Local y se inmortaliza a lomos de una moto patrullera, mientras delega en su segundo la gestión de gobierno, pues no da abasto con los requerimientos que Estados e Instituciones de toda índole hacen de su persona, a los que con dedicación plena y a costa del erario público no duda en acudir, e incluso en propiciarse la necesidad, aunque no exista invitación o requerimiento alguno, de contar con su insigne participación, habida cuenta de que él se ha consagrado a sí mismo en una mente privilegiada capaz de disertar y sentar cátedra, allá donde vaya, se le espere o se haya colado.
Así, acompañado de amplio y selecto séquito se fue a hacer las Américas a la Argentina de Milei en un viaje no entendido ni explicado y de financiación desconocida, pues fueron tantos los sponsors, que la confusión en el origen llevó al órdago de que se había adelantado de su propio pecunio, a falta de reintegro público, claro está. Fue tal la repercusión internacional del primer edil porteño, que tras la entrevista en la tele local por parte de la esposa de Milei, que el Washington Post tras superar inconvenientes y sin reparar en utilizar todos los recursos a su alcance, consiguió modificar la apretada agenda del insigne orador y pudo, al fin, convencerlo de su participación como ponente en el prestigioso Foro de Davos, en el que eclipsaría a lideres mundiales en su disertación de la ponencia sobre MEDIO AMBIENTE, sostenibilidad y biodiversidad.
Por lo que el prestigioso diario estadounidense vio una oportunidad única de negocio y repercusión internacional y cursó la invitación y, aunque no se sabe bien si sponsorizó también el desplazamiento y estancia, no habría problema en anticiparlo desinteresadamente con cargo a su propio pecunio, y ya más adelante algún estamento del erario público le resarciría el generoso gesto.
En fin, tras el fiasco argentino y el despropósito de Davos, nuestro primer edil se ha ganado un lugar privilegiado en el mueble bar de los despropósitos. Lamentablemente una ciudad como la nuestra no es merecedora de un alcalde tan postureta y embustero.
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