



En los albores del estío y con el síndrome prevacacional en el sufrido equipo de gobierno, nuestra Gran Ciudad se encuentra aletargada y sin signo de motilidad vital alguna, más allá del avaro recuento de los perceptores y preceptoras de las cuantiosas percepciones económicas del cuadro de ilustres nombrado a la sazón para mantenerla en la inactividad y retroceso. Esta dinámica de funcionamiento fue instaurada por “El César Beardo” y sus ilustres senadores desde el inicio de su mandato y, tras una extraña concentración de competencias entre los más amigotes, ahora presentan un nuevo organigrama para seguir gestionando el caos a modo de triunvirato, Beardo-Bello-Garay, junto a los pretores y pretoras de segundo rango.
Todos ellos encargados de mantener el continuismo del ‘dolce far niente y laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même’, (o lo que es lo mismo: no hacer nada, que las cosas se resuelven por sí solas) lema doctrinario de quienes, además de cobrar salarios desproporcionados e injustificables, no han sido capaces, no ya de proponer un modelo de ciudad a corto, medio y largo plazo, sino que ni tan siquiera han sabido actuar para mejorar algo; más bien al contrario, han sido incapaces de mantener tan siquiera la precariedad de la prestación de unos servicios públicos que, bajo su mandato, vienen sufriendo un deterioro permanente en grave menoscabo del bienestar de todos los portuenses.
El equipo de Gobierno, con los recién nombrados gestores de la Gran ciudad y asesores de todo orden, conforman un elenco de incapaces manifiestos, y tratan de disimular su ineptitud con un plan de comunicación que inunda medios afines y redes sociales con perfiles falsos creados ex profeso, que, como brindis al sol y bajo eslóganes y éxitos ajenos atribuidos, pretende mantener entretenida o engañada a una población que contempla atónita cómo con la carga salarial más alta de la historia no hayan sido capaces de dotar, al menos, de las dos únicas normas esenciales para el desarrollo de la ciudad: el Plan General de Ordenación Urbana y el Presupuesto Municipal.
Asimismo y, abundando aún más, los contratos de servicios públicos caducados, prorrogados o renovados están con niveles de prestación de una precariedad asombrosa: playas sin dotaciones esenciales de personal y medios, limpieza y recogida de basura deficiente en medios y eficacia, autobuses insuficientes y obsoletos, vecinos haciendo labores de limpieza de sus plazas, una “estación” de autobuses sin funcionar, los parkings, las pasarelas y el Central Park de las dunas y demás fabulaciones en las que este equipo de gobierno es especialista.
Ventas de humo que el viento diluye, pero que de la memoria de los portuenses no se borra y refuerza la convicción de que este equipo de amiguetes, auxiliados por la sempiterna sombra del Ilustre preboste Caraballo, es el peor gobierno que ha tenido y tendrá El Puerto, y esperemos que, por el bien de la ciudad, sea el último y sea irrepetible.




“¿A dedo o por mérito? La verdad incómoda sobre los cargos públicos”




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