



El sr. Beardo y su Big Band han sacado los colores a la calle, concretamente en la plaza de la Herrería, con una idea nada novedosa y un poco manida, copiada tal vez de algún viaje precipitado o de una tediosa navegación en redes auspiciada por el sr. Serrano y sus servicios informáticos al servicio de sus majestades, osease, la camarilla beardiana.
En lugar de sombrillas de colores, puestos a dar sombra y colorido, hubiera sido más apropiado instalar unos vinilos con las caras de rubor de los ediles, EL alcalde y EL resto de súper estructura afín de gobierno de Gran Ciudad; Los mejor pagados de la historia y con la más mediocre de las gestiones desde que se instauraron los ayuntamientos democráticos.
Éstos, como si no fuera con ellos, mantienen incólume e impertérrita una tez blanquecina acorde con la rigidez del rostro, propia de quienes no se ruborizan aun siendo conscientes de no ser merecedores del súper sueldo que perciben, absolutamente desproporcionado e injusto, en contraste con una labor que, en 6 años, solo se ha notado para bien en sus bolsillos abultados.
No se ruborizan tampoco al pensar que tuvieron la suerte de ser elegidos para su beneficio, olvidando que el mandato recibido lo era para gestionar exitosamente y de manera eficaz un municipio único en la Bahía de Cádiz y no para procurarse un estatus económico muy por encima de sus habilidades y capacidades.
Por muchos paraguas de colores que instalen emulando a otras tantas ciudades, la realidad es que los logros y actuaciones eficaces para El Puerto claman por su ausencia, por mucho que el alcalde se auto reconozca que avanza en una ciudad que retrocede, gracias y a pesar suyo.





“¿A dedo o por mérito? La verdad incómoda sobre los cargos públicos”




Contratos menores, robos mayores: Así se desangran los ayuntamientos












