



La maldición del tanque de tormentas


¡Cuánto tiempo! ¿Cómo va la cosa por aquí?
No veas tú, están los vecinos de mi barrio muy mosqueados con las obras del tanque de tormentas.
Aquí en confianza, eso del tanque tiene más miga de lo que la gente cree, aquí hay fuerzas superiores actuando y todo el mundo se queda en la superficie. No saben más que echarle la culpa al Ayuntamiento y no es eso sólo.
¿Qué quieres decir?
Shhhh, calla, ven para acá. ¿Tú sabes quién es Thor?
¿Thor?, ¿qué Thor? Suena a guiri.
Pues es, ni más ni menos, que el dios vikingo de las tormentas.
Ah, ya. ¿Y qué tiene que ver este dios con todo esto?
Escucha atentamente:
» Bajaba Thor por Pozos Dulces camino de la playa. Eran las tres de la mañana del sábado y venía un poco perjudicado, pues había llegado en misión especial al Puerto de Santa María y el barco vikingo alado que le transportaba se había posado en la margen derecha del río. Atravesó la pasarela y se tomó unos vinitos en la primera tasca que encontró. Allí pasó a otra, para echar un vistazo a los terrestres y lugareños, y entre una cosa y otra, fue probando distintos garitos y distintos caldos de nuestra tierra.
Justo a la altura del Resbaladero se encontró con un grupo de gente que salía de un concierto y se chuflaron de él por su atuendo vikingo. Y eso que el casco con los cuernos lo había perdido la noche anterior… o se lo habían birlado en un chiringuito, no lo tenía claro.
Entre ellos vio a un tipo formidable y le reconoció; porque los dioses se reconocen en seguida por el aura que despiden, de color verde brillante.
Era Zeus, nada más y nada menos. También parecía ser que había pernoctado en distintos locales y estaba algo achispado, por lo menos departía amablemente con el grupo de juerguistas y les aseguraba que podría lanzar un par de rayos con sus truenos para divertirlos.
Como es natural se saludaron con el saludo de los dioses, dándose un buen chocazo de auras, y se preguntaron: “¿Cómo tú por aquí?” (porque, aunque de distintas culturas, se entendían por telepatía divina).
Aquí, buscando el tanque de las tormentas que están construyendo en mi honor - dijo Zeus.
¿Cómo en tu honor? - bramó Thor - Querrás decir en el mío.
Ahí empezó la bronca: Zeus lanzó un rayo y empezó a diluviar; Thor, para no ser menos, sacó su martillo y lo lanzó hacia Zeus gritando “¡Por Odín!”. Como no andaba muy fino, el martillo se estampó contra una farola antes de regresar a su dueño.
»Una mujer se asomó a la ventana y dijo: "¡Gamberros, ir a pelearos a vuestro pueblo, que ya tenemos bastante con el ruido de las obras!".
Thor la ignoró porque era una simple mortal y estaba en mitad de una lid superior. Zeus, como garante del destino, se enfureció con la mortal y amenazó: "Si te molestan las obras en mi honor vas a tener para rato".
La vecina les echó un cubo de agua sucia encima.
Este hecho cambió el rumbo de los acontecimientos pues ambos dioses se volvieron y descubrieron un círculo de curiosos que apostaba a ver quién ganaba la pelea.
"El tanque de tormentas es en honor a Thor", decían unos. "No, por Dios, es en honor a Zeus que cuando llegó Hércules dijo que era discípulo suyo", dijeron otros.
Apostaron los dioses quedarse con todas las almas de los seguidores del que perdiera y, a partir de ese momento, boicotearon las obras, tanto uno como el otro.
»Así fue como comenzó la era interminable: después de esa obra vino otra y otra y otra más, y pudieron enzarzarse en peleas provocando tormentas por cada obra que se inicia en la ciudad.
Un borracho pasó por aquí y dijo: "Tanque de cerveza o tanque de tormentas, ¡qué más da! Este lugar es el elegido de los dioses”.















