

Cádiz vive un fenómeno turístico sin precedentes. Con cifras históricas de visitantes y ocupación, la provincia se consolida como uno de los destinos de referencia en España. En 2024, más de ocho millones de turistas recorrieron sus playas, disfrutaron de su patrimonio cultural y de su gastronomía, impulsando un sector que en 2023 representó el 16,7% del PIB provincial y alcanzó un impacto económico total del 32% si se incluyen los efectos indirectos.
Sin embargo, el auge del turismo contrasta con la realidad laboral de quienes sostienen la industria. La hostelería, piedra angular de la economía estival, continúa marcada por la precariedad: jornadas interminables, sueldos que distan mucho de los beneficios que reporta el sector y contratos temporales que reflejan la estacionalidad del empleo. Los datos del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) son elocuentes: entre julio y septiembre de 2025, el 57,45% de los contratos turísticos fueron temporales, frente al 28,92% del sector de la construcción. De los 25.929 contratos firmados en ese periodo, solo 11.034 fueron indefinidos.
El perfil más afectado es el de los jóvenes menores de 25 años, que representan el 41,4% de las contrataciones estacionales. Muchos combinan estudios con trabajo temporal, lo que los coloca en una posición vulnerable dentro de un sector que no ofrece estabilidad más allá de la temporada alta. Las ocupaciones con mayor demanda incluyen camareros, con 17.402 contratos, seguidos de ayudantes de cocina, cocineros, personal de limpieza, monitores de actividades recreativas, recepcionistas y trabajadores de comida rápida.
Por municipios, Jerez encabeza las contrataciones turísticas con 3.970 contratos, seguido de Cádiz (2.477), El Puerto de Santa María (2.333), San Roque (1.560) y Sanlúcar de Barrameda (1.355), mientras que otros municipios como Rota, Chipiona, Conil, Barbate, Algeciras, Tarifa, San Fernando, La Línea de la Concepción y Vejer de la Frontera completan la lista.
A pesar del crecimiento económico, los buenos resultados del turismo no se traducen en mejoras en la formación o en la profesionalización del sector. La falta de programas de capacitación especializados impacta en la calidad del servicio, dejando a los trabajadores y al usuario en una situación desigual: mientras los ingresos del sector baten récords, la satisfacción laboral y la estabilidad profesional permanecen estancadas.
El contraste es evidente: Cádiz atrae a millones de visitantes y se posiciona como un destino internacional competitivo, incluso más caro que algunos destinos extranjeros, pero quienes sostienen este auge enfrentan condiciones laborales que alejan a muchos de considerar la hostelería como una salida profesional a largo plazo. La estacionalidad, los contratos temporales y la falta de formación consolidan un panorama en el que la prosperidad turística convive con la incertidumbre laboral.
En este contexto, el desafío es doble: mantener el atractivo de la provincia como destino turístico de primer nivel y, al mismo tiempo, mejorar las condiciones de quienes hacen posible que Cádiz brille cada verano. La sostenibilidad del turismo gaditano depende tanto del número de visitantes como del bienestar de los trabajadores que le dan forma.













