Cuando no sobran luces, todo son sombras

José Luis Romero Pacheco 

Abogado

Desde que Alfonso X El Sabio otorgara la Carta Puebla hasta la designación de Gran Ciudad, una de nuestras señas de identidad es la estacionalidad; con hiperactividad circunscrita al estío, y letargo fuera de temporada. Y así ocurre año tras año, no sólo con nuestra principal industria, la turística, sino con un sinfín de actividades sectoriales que se han ido contagiando de esa impronta portuense de mal administrar unos recursos potencialmente ilimitados, dejando acciones y mejoras para mañana. Parcheando o justificando la parálisis de acciones y estrategias y buscando justificaciones o pretextando con argumentos peregrinos.

Así las cosas, la ciudad de turismo veraniego hierve en actividad diversa, con oferta variada  de ocio e inconvenientes y molestias, todas ellas económicamente necesarias; y así, grandes eventos, pisos turísticos, precios desorbitados de inmuebles y alquileres, bullicio y supermercados a rebosar, reponiendo víveres y beberes a pandillas de jóvenes que no pueden mantener unos niveles de consumo reservados a los más favorecidos, y cada cual y cada quien contribuyendo; unos al divertimento, otros participando activamente, y otros soportando estoicamente los inconvenientes de una ciudad menos amable, menos tranquila y más ruidosa, aunque también fuente de ingresos y riqueza para unos más que otros.

Y, con la ciudad a rebosar de turismo, de un tipo u otro (que eso es tema para otro monográfico) se da la circunstancia de que estamos en el mes de agosto con una plantilla insuficiente de socorristas en nuestro litoral. Cuestión por la que se han vuelto a perder las banderas azules, pero que no parece representar un gran problema para el edil de Medio Ambiente y Playas, quien aseguró en la radio que la plantilla estaría pronto al 100%, eso sí, sin saber especificar en cuántos efectivos se traducía el porcentaje. Y con esta afirmación y con la ayuda de la fortuna y la prudencia, quedaba a salvo la responsabilidad protectora de la administración, que se ha tomado unos días de vacaciones, prodigándose en todos aquellos actos lúdicos que sin su presencia no tendrían notoriedad alguna.

Y así lo ha demostrado el concejal investigado Jesús Garay, que para dar realce al Puro Latino y sacarlo de la atonía, subió al escenario para pedir matrimonio a su futura consorte.  Espero que antes de contraer matrimonio y emprender su luna de miel, haya contribuido a sacar del letargo los Presupuestos Municipales, el Pliego de Limpieza, el contrato de Salvamento y Socorrismo, y algún que otro contrato para cuya formalización no es suficiente con la mayoría absoluta que poseen, sino que necesitan que alguien se los saque adelante, por aquello de que cuando no sobran luces todo se vuelve sombras.

Mientras tanto,  los vecinos de Bajamar se han solidarizado con los de Pozos Dulces, y observan atónitos como la misma empresa que inacabó Pozos Dulces está eternizando la  ejecución de las obras del tanque de tempestades, molestias e inconvenientes, que para mayor mor se les ha regalado con un segundo turno  de trabajo,  molestias e inconvenientes, al observar Apemsa, la adjudicante a Gyocivil, que las obras se están eternizando, que no finalizarán en el plazo previsto ni en sus prórrogas y que ojalá no corra la misma suerte que las inacabadas y sepultadas de Pozos Dulces.