Cuando el pueblo salva al pueblo frente al abandono

Opinión18/11/2024 Francisco Rodiño
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La autogestión, la clave ante la inacción gubernamental.FOTO: EFE

Los medios de comunicación financiados por el Gobierno mienten. Los directivos de las grandes cadenas televisivas son unos perros mercenarios, y los tertulianos de sus respectivos programas, unos lacayos al servicio del poder con el único propósito de mantener sus posiciones privilegiadas y engordar sus carteras, lejos de actuar con honestidad y como cuarto poder. Son mafia, con una única diferencia: la mafia tiene palabra.

He visto con mis propios ojos cómo "periodistas" grababan en calles limpias, mientras todas las de su alrededor estaban colapsadas de escombros, coches y barro, dejando espacio tan solo para caminar en fila de uno, para luego enviar un mensaje de falsa normalidad e instar a los voluntarios a no acudir en ayuda de los vecinos.

Hemos tenido que soportar la osadía acostumbrada de burócratas urbanitas, que no han visto una vaca ni en fotos, multando a los agricultores que limpiaban los montes. Estos llevaban años avisando que, en caso de inundación, esas cañas serían lo primero en hacer colapsar las aguas.

No se trata de hacer demagogia. Este tipo de sucesos sería una catástrofe para cualquier país y estado, por muy eficiente y preparado que esté. Pero es innegable que la gestión del nuestro ha sido desastrosa, tanto desde el Gobierno central como desde el Ayuntamiento y la mal llamada oposición, que han priorizado sus intereses políticos frente a los del pueblo español.

El panorama en los pueblos valencianos es desolador: casas destrozadas, negocios arruinados, familias enteras sin coche, barro en las calles que casi llegaba a las rodillas, y lo peor de todo, gente llorando la pérdida de familiares y amigos.

Nada más llegar a Paiporta, vimos a una señora sentada en el suelo de la entrada de su casa, secando las fotos de un álbum familiar entre lágrimas.

En Algemesí, donde hemos estado cuatro días, vivimos algunas de las miles de tragedias que han sucedido en Valencia. Un ejemplo es Antonio, vecino de Algemesí, que había perdido su negocio y todos los coches de la familia. O José, que usaba su bajo para almacenar los muebles de la tienda de decoración de su hija. Al no tener seguro, las pérdidas ascendían a 60.000 euros solo en muebles.

El caso más desgarrador fue el de Juan y su hija Alexa, una niña de 7 años que había bajado por primera vez a la calle desde que sucedieron las inundaciones, justo donde nos encontrábamos nosotros. Tanto ella como su padre no podían dejar de llorar mientras nos abrazaban y nos daban las gracias más sinceras y puras que he recibido nunca.

La organización por parte del Estado brilló por su ausencia. No había una sola persona enviada por el Ayuntamiento para organizar a los voluntarios. Todo se dio de forma anárquica entre los civiles.

Después de horas y días trabajando codo con codo, de sol a sol, fuimos tejiendo lazos entre nosotros y formando grupos coordinados con voluntarios maravillosos venidos de toda España: estudiantes de Madrid, trabajadores del País Vasco, agricultores de Cáceres, guardias civiles de Burgos, bomberos voluntarios, nuestro batallón gallego y los vecinos de Algemesí.

Lo que no he visto ha sido un solo magrebí allí. Con "allí" me refiero a limpiando, cargando escombros, repartiendo, etc. Porque allí estaban, sí, pero metidos en los bares bebiendo alcohol y fumando porros con sus zapatillas Nike sin una sola gota de lodo, mientras sus mujeres se dedicaban a saquear los puestos de los voluntarios como si quisieran montarse una tienda.

Pero no todo ha sido malo. Como en la fábula del granjero chino, a veces las desgracias vienen acompañadas de algo bueno detrás, y viceversa. Me refiero, en este caso, a los jóvenes que han demostrado tener todos esos principios y valores que sus mayores les negaban: honor, empatía, lealtad y bondad.

Estoy orgulloso de haber aportado mi granito de arena y pido a todo el mundo que nos lea que no se deje engañar por los medios de comunicación. Si pueden, acudan en ayuda de nuestros hermanos valencianos, porque realmente la necesitan, y cuando estén allí, sobre el terreno, lo verán.

Y a todos los responsables, dirigentes políticos, desde el presidente hasta los concejales corruptos de los pueblos valencianos que durante 20 años han antepuesto sus intereses a los del pueblo construyendo en terrenos de paso de aguas: que os perdone Dios, porque nosotros no lo haremos.

*Francisco Rodiño ha sido voluntario en la DANA de Valencia.

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