El Camino de la Esperanza debe parecerse a lo vivido en la tarde primaveral de este viernes, cuando María Santísima de Gracia y Esperanza recorrió las calles de la ciudad en un traslado que fue mucho más que un simple desplazamiento. Bajo un cielo azul Olivo, testigo privilegiado, la Hermandad de la Oración en el Huerto volvió a demostrar lo que mejor sabe hacer: estilo, clase y saber estar. Un nuevo acto que engrandece este Año Jubilar de la Esperanza y que se convirtió, de principio a fin, en una lección de fe hecha elegancia.
Desde el colegio de Las Carmelitas hasta la Parroquia de La Palma, cada tramo del recorrido fue un testimonio vivo de devoción. La alegría y la sobriedad se entrelazaron con el perfume del incienso y el compás sereno de un traslado íntimo, cargado de significado. Pero fue, sin duda, su paso por el Hospital Santa María del Puerto uno de los momentos más conmovedores de la tarde.
Allí, a las puertas del centro sanitario, la Virgen se detuvo para regalar esperanza a enfermos y familiares. Hubo lágrimas, oraciones y un silencio que decía más que mil palabras. La Hermandad quiso detener su caminar para rezar junto a los más necesitados, dejando una imagen imborrable que tocó el corazón de todos los presentes.
No hizo falta una salida extraordinaria para engrandecer la devoción a Gracia y Esperanza. Bastó la pureza de una tarde luminosa y el fervor de su gente. Porque cuando la Hermandad sale al encuentro de su pueblo, el milagro se repite: la Esperanza vuelve a caminar.
La historia continuará el próximo viernes 24, cuando la Virgen se encamine hacia la Parroquia de la Milagrosa, en otro capítulo de este itinerario jubilar que está dejando huella. Será una nueva catequesis, una nueva oportunidad para sentir que la Esperanza, cuando es de verdad, nunca se agota.
Porque hay algo que esta Hermandad ha sabido enseñar con su ejemplo: que dar esperanza, y seguir dándola, nunca está de más.
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