Reseteo ya para una Feria a la que le coge el toro cada año

Fiesta29/05/2025Luis Miguel MoralesLuis Miguel Morales
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Imagen tomada a las 21.07 de la noche, a menos de una hora del encendido oficial.FOTO: L.M.M.

El Puerto de Santa María parece haberse acostumbrado a cerrar el mes de mayo con su Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino. Una celebración que durante décadas ha buscado su sitio en el calendario, compitiendo entre las fechas de las ferias de Sevilla y Jerez, y que aún no termina de asentarse plenamente entre los portuenses que añoran tiempos más acordes con la tradición local.

Ni el calendario ni el clima acompañan del todo. En otras ediciones, la lluvia sorprendió en los primeros compases; este 2025, sin embargo, ha sido el calor el gran protagonista. Las altas temperaturas, más propias de junio o julio, se dejaron sentir desde el miércoles de Velada, aunque el ambiente fue más agradable a medida que avanzó la noche, con un aire más tropical que primaveral en el recinto de Las Banderas.

La Feria aguarda ahora sus días más intensos, coincidiendo con el fin de semana, cuando miles de personas se acerquen a disfrutar de una fiesta abierta, acogedora y de ambiente familiar, como es característica en El Puerto. Porque si algo define esta celebración es su hospitalidad: todas las casetas son de acceso libre, permitiendo a locales y visitantes compartir sin restricciones una copa de fino, un plato de pescaíto frito o una sevillana bien bailada.

Sin embargo, más allá del ambiente festivo, hay una reflexión cada vez más compartida: la Feria necesita un reseteo profundo. El formato actual, prácticamente inamovible desde los años 80, cuando se trasladó el recinto ferial desde Crevillet hasta Las Banderas, muestra síntomas de agotamiento. La ciudad arrastra una Feria que apenas ha evolucionado en estructura, modelo de gestión o atractivo general.

Es urgente impulsar una renovación que mire al futuro sin renunciar a lo esencial. Una Feria más adaptada a los nuevos tiempos, con menos trabas administrativas, tasas más justas para los caseteros —muchos de ellos peñas, asociaciones o entidades sin ánimo de lucro— y un planteamiento más creativo y dinámico. El modelo actual resulta caro y poco estimulante para quienes quieren implicarse. No basta con mantener la tradición: hace falta reilusionar, abrir la mano a la innovación y facilitar que nuevas generaciones se sientan parte activa de esta fiesta.

Porque si El Puerto aspira a tener una Feria viva, sostenible y a la altura de su potencial cultural y turístico, es momento de revisar lo heredado, escuchar a quienes la hacen posible y dar un paso adelante. La tradición puede —y debe— convivir con la evolución. Y este puede ser el punto de partida.

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Aunque la noche del encendido resultó, en lo festivo, un éxito de asistencia y ambiente, la imagen previa al alumbrado no estuvo a la altura de lo que merece una ciudad como El Puerto de Santa María. Minutos antes del acto inaugural, aún podían verse operarios recogiendo herramientas, ajustando estructuras, martilleando maderas o montando elementos de última hora, con hierros, tablas y cables a la vista.

Una Feria de la categoría de El Puerto no puede permitirse semejante estampa, que transmite sensación de improvisación, falta de previsión y escasa profesionalidad. Hay que poner el foco en la necesidad de una mejor organización y planificación desde el Ayuntamiento y los servicios implicados.

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La Feria debe proyectar orden, limpieza y una estética cuidada desde el primer minuto, especialmente en su jornada inaugural, la más mediática y visible. Porque cuando el reloj marca el encendido, todo debería estar terminado, limpio y preparado para recibir a los visitantes con una imagen impecable. Cada año que eso no ocurre, se pierde una oportunidad de mostrar al exterior una ciudad seria, capaz y orgullosa de su fiesta grande.

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